Autor: Onofre Iriarte
1º de Ciencias HumanasYo, Onofre Iriarte, nací en el año 1951, en un pueblo de Navarra llamado Betelu. Cursé mis estudios en la Escuela Profesional de Tolosa. En 1978 empecé a trabajar en Banca en la entidad Caja Navarra, donde ocupé el puesto de director en la sucursal de Arriba-Atallo.
En la trayectoria de mi vida profesional he tenido muchas anécdotas. Fui víctima de tres atracos y de ellos, el primero me impactó el que más, por aquello de ser el primero de mi vida.
Amaneció un treinta de enero con un tiempo de invierno puro, es decir, nevando copiosamente, por lo que apenas circulaban coches y las calles estaban prácticamente desiertas. Cuando eran aproximadamente las doce y media y estando yo solo en la oficina y sin clientes , entró en la sucursal un señor alto con rostro amarillento y con un chubasquero, quien me saludó amablemente, en unos segundos se tapó el rostro y apuntándome con una pistola, me solicitó que le obedeciera en todo lo que me ordenase, ya que aquello era un atraco.
Primero me pidió que le diera todo el dinero que tenía, con tranquilidad y sin nervios. Que no pulsara ninguna alarma ni hiciese ningún gesto sospechoso. Fui obedeciéndole paso a paso y cuando tenía todo el dinero en su poder, me ordenó que no comunicara nada hasta pasar media hora, ya que estaba amenazado y controlado de mis futuros pasos. Cuando se marchó, no hice caso de las ordenes y llamé urgentemente a Jefatura de zona de Pamplona para comunicarles lo ocurrido. Nada más comunicar me quedé sin habla y agarrotado, sin poder moverme. Este cuadro duró aproximadamente quince minutos.
En este periodo apareció un cliente y, al verme que no le respondía nada y tampoco me movía, llamó a mi mujer. Esta acudió urgente a la sucursal. Pasados unos quince minutos o más, reventé con un grito que no me di cuenta de lo que decía. Según las personas presentes debí de decir "he tenido un atraco". Después aparecieron los Jefes de Zona, el de seguridad, la policía etc. y comenzaron la rueda de preguntas y pruebas con fotos de los posibles atracadores. Entró de por medio la prensa escrita, radio y TV, para dar la noticia de lo ocurrido.
En las declaraciones con la policía, el primer sospecho para ellos eres tú. Hacen varios interrogatorios en distintos lugares y con distintas personas para ver si todas las declaraciones coinciden. En los atracos el dinero no tiene valor, lo peor son las secuelas que te quedan: primero, por la desconfianza de las personas que pasan a tu alrededor; segundo, que en cada persona no conocida estás viendo al atracador; y tercero, tienes pesadillas nocturnas. Para poder afrontar esta situación, al final debes acudir a un psicólogo.
Estas experiencias no se las deseas ni a tu peor enemigo. Es mejor contarlas que vivirlas.
Kaixo Onofre: Pero fijate tú... que estás vivito y coleando... ja, ja!!!!!!. Zambúllete en el presente, cada minuto que pasa es único y no vuelve.Saludos. Benito.
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