Un Chef muy inútil
Sorivan Gouroumier
Yo mismo
Primero y principal: cerciórese de que se encuentra en la cocina, ya que en otras piezas de la casa no encontrará ni las instalaciones ni el material preciso.
Una vez ubicado en la misma proceda de la siguiente manera:
1º- Busque en el sitio adecuado una sartén de tamaño medio, entendiéndose por esta un recipiente de poca o mediana profundidad, de forma más o menos redonda y con una protuberancia en el exterior que se denomina mango. Este sirve para asirla sin quemarse y tiene, también, la característica de servir para diestros y zurdos con solo un leve giro de 180 grados que se ha de realizar en frío.
2º- Ponga la sartén en la fuente emisora de calor y añada en ella una cantidad suficiente de aceite limpio. Con medio litro será suficiente, lo que parece, y es, una barbaridad; que para freir un solo huevo haga falta pringar semejante cantidad de condimento es de bárbaros, poco ecológico y no sostenible.
Lleve el dorado líquido hasta una temperatura de entre 170 y 200 grados centígrados, momento en que reconocerá mediante un órgano especial del que disponemos los humanos, en el ojo izquierdo, ya que llegará a la conclusión de haber alcanzado la temperatura solamente mirando. No le recomiendo otras prácticas como la de meter la yema del dedo o escupir para ver si burbujea la saliva: los resultados serán muy dolorosos en el propio dedo o en el rostro por las salpicaduras del aceite.
3º- Ha llegado el momento de coger el huevo. Hágalo con cuidado ya que, de lo contrario, se romperá. Golpéelo por la parte redonda contra una superficie afilada. Sitúe el huevo rajado sobre la sartén e introduzca las uñas de sus dedos pulgares dentro de la rendija. Tire, al unísono, hacia afuera y deje fluir el interior. Este se compone de un líquido casi transparente y de una pelotilla entre amarilla y rojiza que tenderá a rozarse con las uñas o con el canto cortante de una de las mitades de la cáscara, reventándose, con lo que al llegar al aceite caliente se formará un chandrío en lugar de un hermoso huevo frito.
Chandrío es el resultado de cualquier cosa mal hecha. Si esto sucediera, que sucede, coja una espumadera, que es un útil de cocina compuesto por un disco perforado de manera artística y un largo mango para alejar nuestra mano de las salpicaduras de aceite caliente que se producen por la explosión de unas ampollas que salen en la clara al calentarse y, siempre, lo hacen en dirección del operario; saque la cosa que hay ahí, dentro del aceite y reserve, que se dice en cocina.
4º.- Repita el punto tres tantas veces como sean necesarias hasta obtener un precioso huevo frito, redondo él, con un velo blanquecino cubriendo toda su superficie, bien cuajado, brillante y con sus mayores o menores puntillitas. Coja la espumadera y retírelo. Aquí se produce otro fenómeno físico inexplicable: el huevo y la espumadera forman un todo uno que dificultará enormemente que el huevo se deslice sobre la espumadera; y no lo hará, de normal, hasta que no se reviente la dichosa pelotilla con lo que hará al producto no apto para sus fines. Como en situaciones anteriores, resérvelo.
5º.- Si al final consigue poner un hermoso huevo frito en un plato preparado al efecto, vaya, lo más rápido que pueda, a por su cámara digital. Haga la o las correspondientes fotos y, desde su ordenador envíelas a la Academie Française des Arts et des Métièrs adjuntando una foto de carné suya quien, con celeridad, le reenviará a la Academie Culinaire et de la Gastronomie quien, a su vez y a vuelta de correo postal, le enviará la Gran Croix Aux Mérites Gastronomiques, en oro sobre campo de gules laureados y con banda púrpura, que le elevará al Olympo de los Grandes Chefs de la cocina mundial.
Esto No Es Un Huevo (cuajada de oveja con crema de mango) Creación de Fernando Canales - Restaurante Etxanobe |
Lo que sucede entonces es que, a la vuelta de tan cibernética misión, el huevo se habrá enfriado pasando de ser una delicia gastronómica a ser una infecta bola blancuzca, mate, arrugada y con los borde levantados. No lo ingiera en estas condiciones pues se le formará un bolo alimenticio en el estómago de difícil digestión aún ayudándose de la ingesta masiva de vino tinto, lo que hará que, además de tener una pesadísima digestión, agarre un pedal del nº 3 que no es otra cosa que una intoxicación etílica entre grave y muy grave con efectos secundarios a corto plazo como la pérdida de memoria, cefaleas y vómitos, entre otros.
¡Ah! Se me olvidaba. Con los chandríos de huevo frito que ha ido reservando durante el proceso, actúe de la siguiente manera:
Agarre con mucho cuidado el recipiente donde los ha ido poniendo y échelos a la basura. A la de órganica, por supuesto, y prepárese un buen bocadillo de mortadela napolitana. Saldrá ganando. Estará buenísimo desde el primero, no se quemará ni las manos ni la cara y, además, no generará basuras y no contaminará. (Que falta hace).
Donostia San Sebastian. Octubre 2011
Un Chef muy inútil
Sorivan Gouroumier
Yo mismo
es una buena receta cuando quieras pasa por mi casa y nos haces la comida jejejej
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