MAITE Y
LAS SETAS
Grupo Perretxikoak:
Pilar López Fernández
Isidra Sánchez Gracia
Felisa Ocón Oyón
Maribel Elorz Aramberri
Elena Uranga Azpiri
Autora de la ilustración: Elena
Pilar López Fernández
Isidra Sánchez Gracia
Felisa Ocón Oyón
Maribel Elorz Aramberri
Elena Uranga Azpiri
Autora de la ilustración: Elena
Creación grupal en el aula para el evento de #educaycine O Apostolo
Autora: La blogmaníaca Elena
En la aldea de Aia había costumbre de ir a recoger castañas al bosque la víspera del día de Todos los Santos.
Una
vecina de la aldea, Izaskun, le dijo a su hija Maite:
-
Prepara la cesta para ir a coger castañas, pero ten cuidado de no acercarte a las setas que hay junto a la
ferrería porque las más bonitas son venenosas.
Maite
se fue contenta al bosque y allí se encontró con su amiga Irati, que también
había ido a recoger castañas. Lo pasaban bien en el
bosque juntas y poco a poco fueron bajando hasta la ferrería. Entonces Irati se
acercó a unas setas preciosas.
- ¡ No
las toques. Ama me ha dicho que son venenosas! – gritó Maite
-¿Por qué? ¡
Y tu ama qué sabe! - respondió Irati.
- Mira,
las cogemos y luego las repartimos – añadió Irati.
Así lo
hicieron, pero Maite, de vuelta a casa, empieza a sentirse culpable.
-¿Qué
hago con las setas?, ¿las escondo?,¿o las pruebo?, y ¿ si me pasa algo? - pensó Maite.
Maite
las prueba y empieza a ponerse mal. En ese momento suena la puerta:
-
¡Toc-toc!
¿Quién
es?- pregunta Maite
- Soy
una vieja conocida- se oye tras la puerta.
Maite
no reconoce la voz. En ese momento siente convulsiones...
-¡ Toc-
toc!- una segunda llamada a la puerta
¿Pero
quién llama?- pregunta Maite con un hilo de voz
- La
vieja conocida que se pasea con su guadaña- es la respuesta.
Maite
siente miedo al oir la palabra guadaña y además empieza a tener vómitos
fosforescentes.
-¡Toc-toc-toc!-
Más fuerte que antes.
- ¡Soy
la Muerte!
- ¡No
entres!- gritó Maite
- Pues
tendrás que confesarle a tu madre que la has desobedecido - responde la Muerte.
Y
Maite, llena de terror, se arrastró como pudo hacia la cocina y en un mar de
lloros le confesó que la había
desobedecido.
La
Muerte se alejó y sobrevoló la chimenea.
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