Fernando Ramírez, el poeta de Tepito, nos dice en un artículo inédito:
Cuatro
por cuatro no son las dimensiones del ring, sino del cuarto donde vivo y
que ocupamos ocho personas. Aunque también hay otro donde el espacio lo
ocupa la cocina, la azotehuela y el baño... ¡Se me olvidaba la recamara
flotante: el tapanco! Ahí, por las noches, duermen mis padres y mis
hermanas; abajo, mis hermanos y yo. Tanta gente en tan poco espacio
provoca conflictos cotidianos.
Para entrar al baño tienen que
esperar a que terminé quien entró primero; desgracia es cuando está
papá, pues se tarda mucho. Lo mismo ocurre cuando entramos a bañarnos,
corremos la cortina, metemos una cubeta llena de agua caliente y otra de
agua fría, y a puros jicarazos.
Pero... aunque en honor a la
verdad toda la vivienda es cocina, recámara, comedor, sala, lugar de
estudio ¡Lo que quieras! Exactamente no hay una regla para el orden.
¡Bueno!, hasta zoológico tenemos: pájaros, gatos, perros, ratas,
chinches, cucarachas y, en ocasiones, un tío nos regala un pollo o una
gallina.
Cuando hay fiesta se sientan en la cama y se acercan a
la mesa, alrededor de ella sillas y banquitos. Si no alcanzas te sientas
en la escalera del tapanco o, ya de perdida, te quedas parado y todos a
comer. Si llegan más personas no queda de otra que pedirles a las
vecinas sillas y mesas, y en el patio, como restorán de la Zona Rosa,
comemos al aire libre.
Por eso a mí me gusta estar en el tapanco,
me siento en lo íntimo, como si tuviera mi propio cuarto ¡Sí! Aquí
como, aquí estudio, aquí vivo.
Extraído de: Sonia Iglesias y Cabrera (2011). Tradiciones Populares Mexicanas. Ciudad de México: Selector actualidad editorial.
Conocimos a Fernando César Ramírez gracias a Jorge y a Fely, que nos acompañaron hasta la bodega donde se ha hecho un hueco su taller literario. En el ajetreo de vendedores que entran y salen de la gran bodega donde tienen sus enseres y productos, nos encontramos con Fernando en la entrada, donde está la mesa y los libros con los que trabajan, en el corazón del enorme mercado de Tepito.
Estuvimos en animada conversación, hablando de las revistas que han ido sacando, ayudándose unas a otras, hechas con mucho cariño y no exentas de crítica, artículos satíricos, revisiones documentadas de la historia del barrio, recopilaciones de cuentos e historias de la gente que vive o para por allá...
Según reza la postal que nos regaló, publicada por Conaculta, Museos de Bellas Artes y la Secretaría de Educación Pública:
Fernando César Ramírez nace en el año de 1951 en Tepito, dentro de la emblemática Casa Blanca que el antropólogo Oscar Lewis hiciera tan famosa en su libro Los hijos de Sánchez. Vivió en la calle de González Ortega y estudió hasta la mitad de la carrera de psicología en la UNAM.
Escritor, bailarín, editor y creador de la revista "Desde el Zaguán", fue ferrocarrilero por herencia de su padre y ha llevado su vida como él dice: "Ocho horas para trabajar, ocho para descansar y ocho para vagar por la ciudad", que tanto lo llama a que la conozca y descubra los secretos de cada una de sus calles. A la edad de catorce años termina la primaria y es cuando, entre otras cosas que marcan su vida, aprende a bailar y se interesa por "los parias", como él los llama, debido a que leyó una novela llamada "Hambre" de autor que no recuerda. Redescubriendo la forma de vida de su barrio, a través de tales personajes: uno de ellos en especial lo marca, porque le dice: "Muchacho tonto póngase a leer".
Este se convierte en "El Sixto", personaje emblemático de su revista. De su experiencia como creador de la revista, nos deja entrañables relatos contados como si los escribiera la gente misma del barrio, respetando faltas de ortografía y de gramática, repletos de recuerdos y vivencias que día con día transcurren despacito y sin sentir, en cada rincón de las vecindades, calle y casas, de este emblemático barrio del DF.
Ha participado con diversos grupos culturales del barrio, sin ser, según él dice, miembro de ninguno. Tiene en su haber, ser el creador del título de dos de las antologías que han editado el Grupo Multidisciplinario "Los Olvidados", que son "El Lado Oculto de Tepito... su Cultura I y II", donde se intenta reflejar que lo único conocido de este barrio, es lo manejado en la nota roja, dejando de lado lo bueno, su cultura y tradiciones.
Entre muchos recuerdos entrañables, rememora cuando vio la luz su revista para que la gente la adquiriera. Se instaló en la esquina de Tenochtitlan y Rivero, poniendo las revistas en el piso de la calle como se vende toda clase de mercaderías; allí había una radio vieja y pusieron música, alguien trajo chelas y así, sin querer, se armó una fiesta para lanzar el primer número de dicha revista." Texto de Antonia Lozano Jaloma.
El
barrio donde las personas nacen enojadas y crecen encabronadas, el
lugar donde aprenden a rifársela con todo y contra todos. “Porque pedo y
dormido se olvida lo jodido” y porque no se tiene tiempo para vivir los
dramas de la existencia.
Tepito, ¡bravo el barrio! es
un libro que recrea las calles y los personajes que lloran y ríen en un
sólo escenario: Teocali-Tepitón, en cuya raíz estaría el origen del
“barrio más chilango de los chilangos”.
El volumen
–coeditado por Trilce-Océano– recoge el trabajo fotográfico de Francisco
Mata, quien inmortaliza a personajes como Arturo Ayala Plascencia,
Tirantes, quien pareciera ser la viva imagen de Tin Tan; de Mike y
Richie, payasos que en sus ojos esconden melancolía; de Reyna Guadalupe,
La Guerrillera, o del mismísimo Rubén El Púas Olivares, quien fue
cuatro veces campeón mundial de boxeo.
Voces de los protagonistas
La
obra también reúne testimonios de los protagonistas del barrio:
comerciantes, músicos obreros, enfermeras, choferes, estilistas,
hojalateros, porque como refieren, “la humildad, la sencillez, es lo que
nos hace grandes”.
De ellos se puede encontrar muchas
historias, como cuando los vecindarios sólo tenían un baño para 15 o 20
personas; el movimiento del 85, que unió al barrio; o la historia de
Ángel Enciso Hernández y su devoción a la Santa Muerte.
Los
barrios que existían, el ambulantaje y cómo se poblaron las calles. El
Tepito actual es un ejemplo de lo que puede sucederle a cualquier barrio
cuando llega la modernidad.
“Los tiempos cambian pero
el amor perdura”, afirma Francisco Mata. Cada línea del libro revela ese
“bendito barrio”, de historia, bravura, cultura, tradiciones y
costumbres. Resumidas en una palabra: resistencia.
Así
se describe Tepito, de las entrevistas realizadas por Alfredo Matus,
textos de Fabrizio Mejía Madrid, Alfonso Hernández y Fernando César
Ramírez. Una publicación en la que colaboró el Gobierno del Distrito
Federal, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto
Nacional de Bellas Artes y la Galería José María Velasco.
“La
calle es una selva de cemento y de fieras salvajes, cómo no. Ya no hay
quien salga loco de contento, dondequiera le espera lo peor”, fragmento
de la canción de Héctor Pavón, que explica un trabajo documentado en el
que Tepito generosamente abrió sus puertas para conocerlo.
(...)
Hay que remontarse a tiempos prehispánicos para encontrar los
orígenes de Tepito y de la fuerza y bravura de sus moradores. Aquí se
atrincheró Cuauhtémoc, el último rey azteca, 93 días durante el sitio de
Tenochtitlán, en una feroz resistencia a las tropas de Hernán Cortés.
"Fuimos el primer barrio que empezó a defender su solar nativo con un
discurso artístico y cultural", explica Hernández (Alfonso Hernández,
cronista de Tepito y director del Centro de Estudios Tepiteños).
Un
recorrido por las 50 manzanas de Tepito da la razón a Fernando César
Ramírez, creador de la revista Desde el Zaguán y de varios proyectos
culturales, que escribió: "El tianguis se ha tragado todo". Aceras y
calzadas de calles enteras desaparecen bajo el colorido de los toldos
que cubren los innumerables puestos de venta ambulante. Tepito no es lo
que era. El barrio ha cambiado radicalmente, dicen los más viejos del
lugar cuando recuerdan con nostalgia las cantinas, cines, tiendas,
tlapalerías y fondas que ya no están. El comercio informal tiene la
culpa de su desaparición. Calles, plazas, viviendas y comercios son
ahora "bodegas", almacenes para guardar mercadería. "Ha llegado de
distintas partes gente extraña que se ha adueñado del lugar del tepiteño
en el comercio, en sus casas y en liderar a su gente", dice Alfonso
Hernández.
(...)
En una alternancia de fotografías y textos, Tepito ¡Bravo el Barrio!
nos lleva al centro de la Ciudad de México Estereotipos y prejuicios son
desmentidos o reforzados a través de este volumen, con fotografías de
Francisco Mata Rosas y textos de Fabricio Mejía Madrid, Alfonso
Hernández y Fernando César Ramírez, además de testimonios de oriundos
del “Barrio Bravo”
Este volumen es editado por primera
vez por Trilce Ediciones, Editorial Océano y el Instituto Nacional de
Bellas Artes, con la colaboración del Gobierno del Distrito Federal, el
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y la Secretaría
de Cultura La obra contiene más de 140 fotos y 29 textos que reflejan
la realidad de Tepito
(...)
A continuación se presenta una parte del texto Tepito:
Los combates de la sonrisa, de Fabricio Mejía Madrid:
“El mito fundador: Tepito es, desde siempre, un barrio acosado Aplastado por la burocracia azteca que no le dejaba comerciar libremente sin pasar por los criterios del barrio mayor de Tlatelolco, Tepito se las arreglaba construyendo su templo particular y necesariamente pequeño, el Teocali-Tepitón, en cuya raíz estaría el origen de su nombre
“En La Colonia, Tepito vende los `tepis`, pequeños pedazos de fierro para fundir Lo reciclable es desde siempre la moneda de Tepito Es un barrio de hacer con las manos, de filigrana, donde la grandeza puede ser usar una cuerda de reloj para cortar la piel de un zapato
“Tepito no inventó el avión o la computadora, pero sabe copiarlos No provino de ahí la idea de alunizar, pero pueden hacer un nacimiento con hojas de maíz En el trabajo manual Tepito le imprime a su actividad algo de sagrado, de reverencia ante la adversidad, pero nunca de resignación
“Lo que se reutiliza, se rehabilita, se copia, para luego venderse Tepito no es un barrio de comerciantes sino de supervivientes `Arreglárselas`, `iral pasando`, `ahora sí le estamos pegando al gordo`, no son resignaciones sino combates cotidianos en una guerra que abarca 36 manzanas cercadas desde su propio mito: la ciudad que les da permiso de subsistir, pero que cada cierto tiempo los acosa, los declara con cierta regularidad, riesgosos
“De ahí el origen de su orgullo: si `Tepito` es `lo pequeño` en el nombre, no lo es en la acción ni mucho menos en el orgullo Es un barrio que se crece a cualquier adversidad y nunca se va Se queda
“En muchos sentidos, el imaginario de la Ciudad de México proviene de Tepito La idea de la subsistencia como lucha es una aportación literal: desde los comerciantes que llenan de lonas a las calles para guarecerlas de la intemperie, hasta los boxeadores que criaron en el barrio para teatralizar el combate por la existencia, hasta el albur como juego para doblar oralmente al contrincante Ya te volví a alburear”