Un sauce del lago las puntas ya mete
de sus ramas en el agua cristalina,
clara, limpia, transparente y argentina,
que la quiebran varios cisnes, unos siete.
Allí al fondo un roble austero más que Göethe
está cubierto de una tenue neblina,
como la luz, como la púrpura de fina;
el sol por el horizonte se entremete.
Oscurece, y en el lago se refleja
en el fondo de sus aguas una luna;
melancólica parece que se queja.
Corre el tiempo, dan las doce, dan la una,
la mañana lentamente se despeja,
y el sol de entre montes sale de su cuna.
Nicolás, Nicolás,
ResponderEliminar¡Cuántos encantos ocultos tienes!
Entre gorgoritos vas y vienes
Alegrando a los demás.
Tus versos tienen el frescor
propio del enamoramiento
del que, sin escarmiento,
entrega siempre su corazón.