Autor: José Juan Navarro
De golpe, el despertador empieza a ulular como si le pagaran por ello. Con un manotazo seco paro sus gorgojos mañaneros tan desagradables y tan odiosos. Abro los ojos y, mirando al techo de la habitación, trato de situarme en el tiempo.
Es lunes.
Al intentar levantarme casi me caigo al suelo. Se me ha enganchado una pierna en algún sitio y ha bajado antes la cabeza que los pies.
¡Empiezo bien el día!
Me afeito con desgana. No me gusta el careto del espejo y da la impresión de que yo a él tampoco. Me meto a la ducha. Esta mañana parece que el agua pesa más que de costumbre. Me bailan los sesos con el golpeteo de las gotas. De pronto, oigo unos golpes en la puerta y la voz de mi hijo que me recuerda que no hay que derrochar el agua.
¡Qué pesado! Se está volviendo un cascarrabias.
-Vale hijo. Todos los días con la misma canción.
Me visto y salgo zumbando a coger el autobús para ir a la universidad. No sé si hice bien en apuntarme en esto de "Aulas de la Experiencia".
Me entra un mensaje en el móvil: "Otra vez te vas sin desayunar. Tómate un café y un bollo en el bar"
Es de mi mujer. Quiere verme más gordito. Dice que no es bueno estar tan delgado y no me deja en paz.
¡Otra pesada!
Entro en el autobús y parece que vamos a un funeral. No se oye ningún ruido. Los estudiantes van todos repasando los temas del día y los demás pasajeros leyendo libros. A veces pienso que son figurantes que alguien pone en mi camino para fastidiarme. ¡Y lo consiguen!
Llego a clase tarde, como siempre. Entro sin dar los buenos días -¿para qué?- y me dejo caer en mi asiento. Miro a mi alrededor y están todos embobados con lo que dice la profe. Creo que hoy toca Literatura porque veo en la pantalla algo sobre anacolutos. A mí me da igual. No estoy para nada. Intento hablar con los de al lado, pero no hay manera. ¡Joder!, parecen de una secta oyendo a su líder espiritual.
¡Qué gente más petarda!
Me levanto y me dirijo a la puerta. Susurro algo sobre la próstata para que piensen que tengo una emergencia, pero me voy a la cafetería a meterme un café bien cargado que me dé algo de chispa y me ayude a aguantar la mañana.
¡Hay días que uno no debería salir de la cama!
¡Qué razón tenía Juan Carlos Onetti!
Me ha encantado, José Juan. Creo que no le armais suficiente bulla a Ainhoa.
ResponderEliminarEn estos ámbitos, más que "líder espiritual" se la conocería como "gurusa", según me cuentan,...
La "gurusa" tiene mérito. A pesar de lo difícil que se lo ponemos, está consiguiendo bastante producción de sus acólitos.
ResponderEliminarJ.G. del Sol, gracias por tu comentario.
Muy bueno J.J. Real como las mañanas de la Uni mismas. ¡Uf...! Y vivencias asfixiantes en los buses 24 y 27.
ResponderEliminar¡Encantador, divertido.... refrescante, chico malo!
ResponderEliminarUn saludo.