27 nov 2016

Disfrutando de la lectura en México

Dando un taller en Ecodiálogo (Universidad Veracruzana, Xalapa)
Parece mentira... pero ya casi ha pasado un año desde que, cuatro días más tarde de defender la tesis, partí para México. Estuve no más de dos meses, pero fueron un estallido de vida que me acompaña desde entonces.

Conocí a gente increible, algun@s seguimos encontrándonos con la excusa del curso online Caos Creativo y Complejidad porque queremos seguir construyendo cosas junt@s, aunque sea en la distancia.

Estuve aquí las navidades pasadas, disfrutando en Ocotepec (Cuernavaca, Estado de Morelos):



Una de las tantas cosas que viví allá fue cómo se puede significar la lectura cuando te acompaña en los espacios y tiempos que estás viviendo. Disfrutamos mucho entrando en tiendas de libros de segunda mano, muy baratos o incluso gratuitos, y también hicimos algunos trueques en un mercado del libro y en alguna tienda, porque no podíamos cargar con tantos libros, así que algunos los regalamos y otros los intercambiamos por otros libros o por comida. Esto mismo da un valor especial a los libros compartidos.


A lo largo de esos dos meses, primero me encontré en una estación un librito sobre la Revolución Mexicana que era, al parecer, para Primaria. Los libros de historia para Primaria aquí la verdad es que no tienen tanta miga... (¿será que aquí tratamos a l@s niñ@s como seres no pensantes?...). Bueno, con esa pequeña lectura ya tenía una pequeña base para entender un montón de cosas que fui viviendo; ir comprendiendo lo que pasó en la Revolución Mexicana me ayudó mucho a entender muchas conversaciones, alusiones, referencias... Creo que no habría disfrutado tanto la narrativa histórica de Paco Ignacio Taibo II, Temporada de zopilotes. Una historia narrativa de la Decena Trágica (México, Editorial Planeta, 2009) que leí después, de no ser porque iba conociendo la historia de la Revolución Méxicana con el pequeño libro y las cosas que iba sabiendo de aquí y de allá.


Y también libros de leyendas y mitos que tienen sus raíces mucho más allá de la conquista y el genocidio español. Leer estos libros también me ayudó a una comprensión mayor de la gente, de cómo se entrelazan las historias populares y orales con la Historia con mayúscula. La gente lleva estas historias en su vida cotidiana, es una bonita forma de vivir cómo se entrelazan los saberes populares con las ficciones ancestrales y también con los conocimientos académicos, de la misma manera en que la vida y la muerte están entretejidas en las cosmovisiones mexicanas. 


Uno de esos libros que me gustó mucho, lo compramos en el Museo Zapata de Cuernavaca, que está en el antiguo Hotel Moctezuma (aquí algo de su historia), que fue cuartel de Emiliano Zapata, donde se sacaron algunas de sus fotografías más conocidas.

El libro en cuestión es Río sureño. Cuentos, leyendas y narraciones de los pueblos zapatistas de Morelos, recopilación de Eulalio Aguilar, publicado en 2015 editado por Libertad bajo palabra. Proyecto autónomo para el acopio y dispersión de nuestras voces e historias, y la Casa de Cultura Coronel Francisco Franco Salazar. Estos pueblos y ciudades de Morelos sufrieron con gran crudeza la represión de la época del gobierno de Carranza que iba en persecución de los zapatistas, una lucha que es recuerdo vivo en la lucha actual en Chiapas, de donde tomaron el nombre. Tanto la lucha de la gente zapatista de la Revolución Mexicana y la de la gente zapatista de ahora sigue siendo Tierra y Libertad, que es, precisamente, el lema adoptado por el Ayuntamiento de Cuernavaca.

"La historia de Emiliano Zapata ya se contó hasta el cansancio por historiadores que se ocuparon del tema; en estos cuentos se habla también de su gente, de aquellos que murieron y de los que sobrevivieron. En los años posrevolucionarios, los sobrevivientes vivían de sus recuerdos, quienes entonces éramos niños escuchábamos todas esas conversaciones que se desarrollaban en los lugares donde acostumbraban reunirse en las noches cuando todavía no existían el radio ni la televisión, esas conversaciones eran como episodios llenos de suspensos impresionantes, por eso estos cuentos versan sobre cómo vieron la Revolución quienes anduvieron en ella, hay también leyendas propias de esa región, leyendas que tal vez sean del conocimiento común de otros pueblos, pero como cada pueblo imprime sus propias características en ellas, en esos pueblos revisten su propio sabor en la forma de contarse, en las narraciones de esas leyendas se utilizó la expresión popular, puede que haya formas de expresiónajenas a los dogmas del buen hablar, pero si se dogmatizara el lenguaje del pueblo perdería todo su sabor y toda su energía de la expresión" Presentación del libro. Eulalio Aguilar, 2015.

Tengo otros libros que espero seguir comentando en este blog, pero me gustaría acabar con un libro que en realidad me leí a la vuelta aunque lo conseguimos allá, no recuerdo bien si fue en una librería de Toluca en la que estuvimos charlando con el librero como casi dos horas, o si fue en Ciudad de México en otra de Coyoacán... no importa demasiado, la verdad es que conseguir, comprar, intercambiar los libros fue también un gran placer que no puedo separar de la propia lectura.

Leer este último libro me costó un montón, no porque la narrativa fuera pesada, para nada, en realidad es un libro muy bien escrito, tan bien que me daba miedo... vamos, que si lo leía antes de dormirme caía pesadilla seguro, así que lo iba leyendo a ratos de día. Se trata de Templo de Sangre, de Eugenio Aguirre, novela publicada por Planeta en 2016 y que cuenta dos historias entrelazadas en el Templo Mayor, un lugar impresionante de Ciudad de México que tuvimos la suerte de visitar ya después de las obras, un templo del Imperio Mexica dedicado a actividades políticas, tributarias y también espirituales, que incluían sacrificios humanos.

Protagonizan la historia por una parte Tizoc y Yolatl, dos sacerdotes dedicados a hacer sacrificios humanos en la época de la decadencia de Moctezuma, y por la otra parte, el sicario Pedro Chimalli, obsesionado con cumplir con limpieza y perfección los asesinatos crueles ordenador por el narco de turno y otros asesinatos por propia iniciativa. No puedo contar más pero creo que es uno de los libros que más me ha impactado hasta ahora, por la maestría de la narración de la caída del Imperio Mexica, la llegada de los conquistadores españoles y todas las formas de relación y de control del mundo narco actual. Por eso es otro libro que ayuda a comprender lo que pasó y lo que pasa en México.

18 sept 2016

LAS MUCHACHAS SE FUERON. De migraciones y sentires.


Aquí volvemos, un año más, un curso más, a este blog al que tanto cariño tenemos... Y volvemos con un trabajo resultado de una investigación etnográfica desarrollada por Salvatore Laudicina Ramírez en 2008 sobre las mujeres negras que habitan los municipios, ríos y zonas rurales del mágico Pacífico colombiano que nos está ayudando en algunos hilos en los que estamos trabajando en estos momentos: la interculturalidad desde la perspectiva de las clases sociales, el valor de la creación popular poética, diferentes formas de comprender las relaciones humanas desde la perspectiva femenina...

En Latinoamérica, la poesía y la literatura escrita por mujeres negras -quienes encuentran su fuente de inspiración en la realidad- construyen un sujeto femenino que da cuenta del periplo histórico-social de sus congéneres y la elección de nuevas alternativas para darle un nuevo significado a su existencia.

Salvatore Laudicina Ramírez (2016). LAS MUCHACHAS SE FUERON. DE MIGRACIONES Y SENTIRES. Sobre poemas afrocolombianos que cuentan historias y construyen sujeto femenino. Universidad Autónoma de Occidente, Santiago de Cali, 2016
https://red.uao.edu.co/bitstream/10614/9131/1/L0046.pdf

Ilustración de Andrés Julián Tabares Rojas, extraída del trabajo de Salvatore Laudicina Ramírez
Plantea que la poesía es algo más que un género literario, que es la voz de quienes no tienen voz, quienes no pueden ni siquiera decir, contar, y la expresión poética les ayuda a esquivar la represión y la sumisión, contar su historia desde lo profundo.

“La autobiografía femenina latinoamericana como un discurso histórico-literario de carácter híbrido, que fusiona su estatus documental, su naturaleza ficticia y su carácter cultural, a partir del modelo de representación de un sujeto femenino en un cuerpo-texto de agudas implicaciones ideológicas” 
Magdalena MAIZ PEÑA (1995) Sujeto, género y representación autobiográfica: Las Genealogías de Margo Glantz Washington, DC: 1995 http://lanic.utexas.edu/project/lasa95/maiz.html

Esto nos recuerda al artículo que escribimos este verano sobre feminidades, masculinidades, género, sexo y sexualidad, que titulamos El cuerpo en relación, donde planteamos también el cuerpo como texto...

El trabajo de Salvatore parte de la poesía de Mary Grueso Romero, de hablar con ella y comprender sus poemas, para reconstruir los sentires de mujeres afroamericanas, con quienes también habla para relacionar el trabajo de creación poética con historias de vida. Lo que cuenta Mary Grueso en sus poemas no son fruto de su inspiración sino que son elaboraciones poéticas de viviencias suyas y de otras mujeres con las que ha compartido sentires, pensares y haceres.

Yo vengo de una raza que tiene
una historia pa ́contá
que rompiendo sus cadenas
alcanzó la libertá.


ANUDANDO ILUSIONES
'Anudamos la ilusiones como una cesta,
y las tejemos como una capa de colores'

Omar Rayo

Quise dejar atrás el pasado,
Decidida, tomé el bastidor,
Hilo, aguja y tela.
Y empecé a tejer ilusiones,
Cansada de mis recuerdos,
De mis noches de desvelo,
Donde no ha aparecido una palabra nueva,
Un rayo de luna,
Ni un te quiero.

Imite las arañas en las cuevas de mis deseos,
Y elaboré un itinerario de viajes
Por mundos desconocidos
Que encontré en amarillentas páginas
De libros viejos.

En Buenaventura,
Desatracando mi velero
Levé anclas hacia la antigua Grecia:
De Sócrates, de Platón, de Troyanos guerreros.

Recorrí las pirámides de Egipto
En donde están los sepulcros
De faraones milenarios
Y de pasados imperios.

En la India vi las vacas sagradas
Deambulando al azar;
Y descendiendo las escalinatas de Jorge Zalamea
En el río Ganges
Sepulcro tradicional de un pueblo hambriento
Alimentado por la fe y las creencias.

En Italia
Visite Venecia con sus Góndolas
¡Que hermosura de paraíso y sueño!...

En la cúpula de San Pedro
Perpleja observé el espíritu renacentista de Miguel Ángel
Que hombro a hombro con Da´Vinci
Sellaron con broche de oro
La universalidad de sus genios.
Allí en las alturas del monte Sacro
Recordé el juramento de Bolívar
De libertar a su pueblo
Paseando por los campos 'Elíseos'
Me detuve frente al arco del triunfo
En donde encontré el nombre
De Francisco de Miranda
Desafiando el tiempo.

En Taiwán, muchas mujeres diminutas
De ojos rasgados
De porcelana y silencio
Encadenadas aún a culturas ancestrales
De su pueblo.

De pie en el Sahara
Deslumbrada ante tanta belleza
No sabría decir donde estuvo Dios primero
Si en las montañas de arenas del desierto
O en la cordillera de los Andes de mi América.

En New York,
La estatua de la libertad
Lleva la llama viva y anhelada
De todos los pueblos.

Cartagena,
Patrimonio histórico de la humanidad
Sus murallas, recuerdo de invasiones piratas
Y de un Morgan guerrero.

Un grito de dolor
Me volvió a la realidad
Al enredarse la aguja en el dedo
Manchas escarlatas adornaron la tela
Mientras de mis ojos saltaban al espacio
Y caían al costurero
Dos gotas transparentes de aguacero.

Mary Grueso Moreno

26 jul 2016

No tengo...


No tengo casa, ni zapatos
Ni dinero, ni estilo
Ni faldas, ni jerseys
No tengo perfume, ni cerveza
No tengo hombre
No tengo madre, ni cultura
No tengo amigos, ni escuela
No tengo amor, ni nombre
No tengo ticket, ni tengo pase
No tengo Dios

¿Qué es lo que tengo?
¿Por qué estoy viviendo entonces?
Si, ¿qué es lo que tengo?

Nadie me puede quitar nada
Tengo mi pelo, mi cabeza
Mi cerebro y mis orejas
Mis ojos y mi nariz
Mi boca y mi sonrisa

Tengo mi lengua, y mi barbilla
Mi cuello y mis tetas
Mi corazón y mi alma
Mi espalda y mi sexo
Mis brazos y mis manos
Mis dedos y mis piernas
Mis pies y mi dedo gordo
Mi hígado y mi sangre

Tengo mi vida, tengo mi libertad
Tengo mi vida
Y la voy a mantener
Tengo mi vida
y nadie me la va a quitar.

Tengo mi vida.

Nina Simone, 1968







22 abr 2016

Fernando Ramírez, poeta de Tepito, el Barrio Bravo

Fernando Ramírez, el poeta de Tepito, nos dice en un artículo inédito:

Cuatro por cuatro no son las dimensiones del ring, sino del cuarto donde vivo y que ocupamos ocho personas. Aunque también hay otro donde el espacio lo ocupa la cocina, la azotehuela y el baño... ¡Se me olvidaba la recamara flotante: el tapanco! Ahí, por las noches, duermen mis padres y mis hermanas; abajo, mis hermanos y yo. Tanta gente en tan poco espacio provoca conflictos cotidianos.

Para entrar al baño tienen que esperar a que terminé quien entró primero; desgracia es cuando está papá, pues se tarda mucho. Lo mismo ocurre cuando entramos a bañarnos, corremos la cortina, metemos una cubeta llena de agua caliente y otra de agua fría, y a puros jicarazos.

Pero... aunque en honor a la verdad toda la vivienda es cocina, recámara, comedor, sala, lugar de estudio ¡Lo que quieras! Exactamente no hay una regla para el orden. ¡Bueno!, hasta zoológico tenemos: pájaros, gatos, perros, ratas, chinches, cucarachas y, en ocasiones, un tío nos regala un pollo o una gallina.

Cuando hay fiesta se sientan en la cama y se acercan a la mesa, alrededor de ella sillas y banquitos. Si no alcanzas te sientas en la escalera del tapanco o, ya de perdida, te quedas parado y todos a comer. Si llegan más personas no queda de otra que pedirles a las vecinas sillas y mesas, y en el patio, como restorán de la Zona Rosa, comemos al aire libre.

Por eso a mí me gusta estar en el tapanco, me siento en lo íntimo, como si tuviera mi propio cuarto ¡Sí! Aquí como, aquí estudio, aquí vivo.

Extraído de: Sonia Iglesias y Cabrera (2011). Tradiciones Populares Mexicanas. Ciudad de México: Selector actualidad editorial.

Conocimos a Fernando César Ramírez gracias a Jorge y a Fely, que nos acompañaron hasta la bodega donde se ha hecho un hueco su taller literario. En el ajetreo de vendedores que entran y salen de la gran bodega donde tienen sus enseres y productos, nos encontramos con Fernando en la entrada, donde está la mesa y los libros con los que trabajan, en el corazón del enorme mercado de Tepito.

Estuvimos en animada conversación, hablando de las revistas que han ido sacando, ayudándose unas a otras, hechas con mucho cariño y no exentas de crítica, artículos satíricos, revisiones documentadas de la historia del barrio, recopilaciones de cuentos e historias de la gente que vive o para por allá...

Según reza la postal que nos regaló, publicada por Conaculta, Museos de Bellas Artes y la Secretaría de Educación Pública:


Fernando César Ramírez nace en el año de 1951 en Tepito, dentro de la emblemática Casa Blanca que el antropólogo Oscar Lewis hiciera tan famosa en su libro Los hijos de Sánchez. Vivió en la calle de González Ortega y estudió hasta la mitad de la carrera de psicología en la UNAM.

Escritor, bailarín, editor y creador de la revista "Desde el Zaguán", fue ferrocarrilero por herencia de su padre y ha llevado su vida como él dice: "Ocho horas para trabajar, ocho para descansar y ocho para vagar por la ciudad", que tanto lo llama a que la conozca y descubra los secretos de cada una de sus calles. A la edad de catorce años termina la primaria y es cuando, entre otras cosas que marcan su vida, aprende a bailar y se interesa por "los parias", como él los llama, debido a que leyó una novela llamada "Hambre" de autor que no recuerda. Redescubriendo la forma de vida de su barrio, a través de tales personajes: uno de ellos en especial lo marca, porque le dice: "Muchacho tonto póngase a leer".

Este se convierte en "El Sixto", personaje emblemático de su revista. De su experiencia como creador de la revista, nos deja entrañables relatos contados como si los escribiera la gente misma del barrio, respetando faltas de ortografía y de gramática, repletos de recuerdos y vivencias que día con día transcurren despacito y sin sentir, en cada rincón de las vecindades, calle y casas, de este emblemático barrio del DF.

Ha participado con diversos grupos culturales del barrio, sin ser, según él dice, miembro de ninguno. Tiene en su haber, ser el creador del título de dos de las antologías que han editado el Grupo Multidisciplinario "Los Olvidados", que son "El Lado Oculto de Tepito... su Cultura I y II", donde se intenta reflejar que lo único conocido de este barrio, es lo manejado en la nota roja, dejando de lado lo bueno, su cultura y tradiciones.

Entre muchos recuerdos entrañables, rememora cuando vio la luz su revista para que la gente la adquiriera. Se instaló en la esquina de Tenochtitlan y Rivero, poniendo las revistas en el piso de la calle como se vende toda clase de mercaderías; allí había una radio vieja y pusieron música, alguien trajo chelas y así, sin querer, se armó una fiesta para lanzar el primer número de dicha revista." Texto de Antonia Lozano Jaloma.


Tepito ¡bravo el barrio!



El barrio donde las personas nacen enojadas y crecen encabronadas, el lugar donde aprenden a rifársela con todo y contra todos. “Porque pedo y dormido se olvida lo jodido” y porque no se tiene tiempo para vivir los dramas de la existencia.

Tepito, ¡bravo el barrio! es un libro que recrea las calles y los personajes que lloran y ríen en un sólo escenario: Teocali-Tepitón, en cuya raíz estaría el origen del “barrio más chilango de los chilangos”.

El volumen –coeditado por Trilce-Océano– recoge el trabajo fotográfico de Francisco Mata, quien inmortaliza a personajes como Arturo Ayala Plascencia, Tirantes, quien pareciera ser la viva imagen de Tin Tan; de Mike y Richie, payasos que en sus ojos esconden melancolía; de Reyna Guadalupe, La Guerrillera, o del mismísimo Rubén El Púas Olivares, quien fue cuatro veces campeón mundial de boxeo.

Voces de los protagonistas

La obra también reúne testimonios de los protagonistas del barrio: comerciantes, músicos obreros, enfermeras, choferes, estilistas, hojalateros, porque como refieren, “la humildad, la sencillez, es lo que nos hace grandes”.

De ellos se puede encontrar muchas historias, como cuando los vecindarios sólo tenían un baño para 15 o 20 personas; el movimiento del 85, que unió al barrio; o la historia de Ángel Enciso Hernández y su devoción a la Santa Muerte.

Los barrios que existían, el ambulantaje y cómo se poblaron las calles. El Tepito actual es un ejemplo de lo que puede sucederle a cualquier barrio cuando llega la modernidad.

“Los tiempos cambian pero el amor perdura”, afirma Francisco Mata. Cada línea del libro revela ese “bendito barrio”, de historia, bravura, cultura, tradiciones y costumbres. Resumidas en una palabra: resistencia.

Así se describe Tepito, de las entrevistas realizadas por Alfredo Matus, textos de Fabrizio Mejía Madrid, Alfonso Hernández y Fernando César Ramírez. Una publicación en la que colaboró el Gobierno del Distrito Federal, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Galería José María Velasco.

“La calle es una selva de cemento y de fieras salvajes, cómo no. Ya no hay quien salga loco de contento, dondequiera le espera lo peor”, fragmento de la canción de Héctor Pavón, que explica un trabajo documentado en el que Tepito generosamente abrió sus puertas para conocerlo.

Fuente: Documentan en un libro la vida de Tepito. La Jornada, 07/03/2008


(...)
Hay que remontarse a tiempos prehispánicos para encontrar los orígenes de Tepito y de la fuerza y bravura de sus moradores. Aquí se atrincheró Cuauhtémoc, el último rey azteca, 93 días durante el sitio de Tenochtitlán, en una feroz resistencia a las tropas de Hernán Cortés. "Fuimos el primer barrio que empezó a defender su solar nativo con un discurso artístico y cultural", explica Hernández (Alfonso Hernández, cronista de Tepito y director del Centro de Estudios Tepiteños).

Un recorrido por las 50 manzanas de Tepito da la razón a Fernando César Ramírez, creador de la revista Desde el Zaguán y de varios proyectos culturales, que escribió: "El tianguis se ha tragado todo". Aceras y calzadas de calles enteras desaparecen bajo el colorido de los toldos que cubren los innumerables puestos de venta ambulante. Tepito no es lo que era. El barrio ha cambiado radicalmente, dicen los más viejos del lugar cuando recuerdan con nostalgia las cantinas, cines, tiendas, tlapalerías y fondas que ya no están. El comercio informal tiene la culpa de su desaparición. Calles, plazas, viviendas y comercios son ahora "bodegas", almacenes para guardar mercadería. "Ha llegado de distintas partes gente extraña que se ha adueñado del lugar del tepiteño en el comercio, en sus casas y en liderar a su gente", dice Alfonso Hernández.
(...)

Fuente: El barrio que venera a la Santa Muerte. Francesc Relea. El País, 15/06/2008 


En una alternancia de fotografías y textos, Tepito ¡Bravo el Barrio! nos lleva al centro de la Ciudad de México Estereotipos y prejuicios son desmentidos o reforzados a través de este volumen, con fotografías de Francisco Mata Rosas y textos de Fabricio Mejía Madrid, Alfonso Hernández y Fernando César Ramírez, además de testimonios de oriundos del “Barrio Bravo”

Tepito ¡Bravo el Barrio! Fuente: Trilce
Este volumen es editado por primera vez por Trilce Ediciones, Editorial Océano y el Instituto Nacional de Bellas Artes, con la colaboración del Gobierno del Distrito Federal, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y la Secretaría de Cultura La obra contiene más de 140 fotos y 29 textos que reflejan la realidad de Tepito
(...)

A continuación se presenta una parte del texto Tepito: Los combates de la sonrisa, de Fabricio Mejía Madrid:

“El mito fundador: Tepito es, desde siempre, un barrio acosado Aplastado por la burocracia azteca que no le dejaba comerciar libremente sin pasar por los criterios del barrio mayor de Tlatelolco, Tepito se las arreglaba construyendo su templo particular y necesariamente pequeño, el Teocali-Tepitón, en cuya raíz estaría el origen de su nombre

“En La Colonia, Tepito vende los `tepis`, pequeños pedazos de fierro para fundir Lo reciclable es desde siempre la moneda de Tepito Es un barrio de hacer con las manos, de filigrana, donde la grandeza puede ser usar una cuerda de reloj para cortar la piel de un zapato

“Tepito no inventó el avión o la computadora, pero sabe copiarlos No provino de ahí la idea de alunizar, pero pueden hacer un nacimiento con hojas de maíz En el trabajo manual Tepito le imprime a su actividad algo de sagrado, de reverencia ante la adversidad, pero nunca de resignación

“Lo que se reutiliza, se rehabilita, se copia, para luego venderse Tepito no es un barrio de comerciantes sino de supervivientes `Arreglárselas`, `iral pasando`, `ahora sí le estamos pegando al gordo`, no son resignaciones sino combates cotidianos en una guerra que abarca 36 manzanas cercadas desde su propio mito: la ciudad que les da permiso de subsistir, pero que cada cierto tiempo los acosa, los declara con cierta regularidad, riesgosos

“De ahí el origen de su orgullo: si `Tepito` es `lo pequeño` en el nombre, no lo es en la acción ni mucho menos en el orgullo Es un barrio que se crece a cualquier adversidad y nunca se va Se queda
“En muchos sentidos, el imaginario de la Ciudad de México proviene de Tepito La idea de la subsistencia como lucha es una aportación literal: desde los comerciantes que llenan de lonas a las calles para guarecerlas de la intemperie, hasta los boxeadores que criaron en el barrio para teatralizar el combate por la existencia, hasta el albur como juego para doblar oralmente al contrincante Ya te volví a alburear”

Fuente: Tepito, ¡Bravo el Barrio! Proceso, 04/08/2008

7 mar 2016

El eclipse. Augusto Monterroso (1921-2003)

Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.

Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.

Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.

-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.

Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

Cuento, texto completo