23 ene 2012

Pistolas en un día de trabajo

Autor: Onofre Iriarte
1º de Ciencias Humanas

Yo, Onofre Iriarte, nací en el año 1951, en un pueblo de Navarra llamado Betelu. Cursé mis estudios en la Escuela Profesional de Tolosa. En 1978 empecé a trabajar en Banca en la entidad Caja Navarra, donde ocupé el puesto de director en la sucursal de Arriba-Atallo.

En la trayectoria de mi vida profesional he tenido muchas anécdotas. Fui víctima de tres atracos y de ellos, el primero me impactó el que más, por aquello de ser el primero de mi vida.

Amaneció un treinta de enero con un tiempo de invierno puro, es decir, nevando copiosamente, por lo que apenas circulaban coches y las calles estaban prácticamente desiertas. Cuando eran aproximadamente las doce y media y estando yo solo en la oficina y sin clientes , entró en la sucursal un señor alto con rostro amarillento y con un chubasquero, quien me saludó amablemente, en unos segundos se tapó el rostro y apuntándome con una pistola, me solicitó que le obedeciera en todo lo que me ordenase, ya que aquello era un atraco.

El segundo graffiti


Primero me pidió que le diera todo el dinero que tenía, con tranquilidad y sin nervios. Que no pulsara ninguna alarma ni hiciese ningún gesto sospechoso. Fui obedeciéndole paso a paso y cuando tenía todo el dinero en su poder, me ordenó que no comunicara nada hasta pasar media hora, ya que estaba amenazado y controlado de mis futuros pasos. Cuando se marchó, no hice caso de las ordenes y llamé urgentemente a Jefatura de zona de Pamplona para comunicarles lo ocurrido. Nada más comunicar me quedé sin habla y agarrotado, sin poder moverme. Este cuadro duró aproximadamente quince minutos.

En este periodo apareció un cliente y, al verme que no le respondía nada y tampoco me movía, llamó a mi mujer. Esta acudió urgente a la sucursal. Pasados unos quince minutos o más,  reventé con un grito que no me di cuenta de lo que decía. Según las personas presentes debí de decir "he tenido un atraco". Después aparecieron los Jefes de Zona, el de seguridad, la policía etc. y comenzaron la rueda de preguntas y pruebas con fotos de los posibles atracadores. Entró de por medio la prensa escrita, radio y TV, para dar la noticia de lo ocurrido.

Danish PM: Austerity and growth are two sides of the same coin

En las declaraciones con la policía, el primer sospecho para ellos eres tú.  Hacen varios interrogatorios en distintos lugares  y con distintas personas para ver si todas las declaraciones coinciden. En los atracos el dinero no tiene valor, lo peor son las secuelas que te quedan: primero, por la desconfianza de las personas que pasan a tu alrededor; segundo, que en cada persona no conocida estás viendo al atracador; y  tercero, tienes pesadillas nocturnas. Para poder afrontar esta situación, al final debes acudir a un psicólogo.

Estas experiencias no se las deseas ni a tu peor enemigo. Es mejor contarlas que vivirlas.

16 ene 2012

El desencuentro

Autor/a: Erlea


Confieso, no sin rubor, que mi relación con la literatura siempre ha sido un desencuentro permanente. Solo nos conocemos de espaldas, como mucho de lado y al soslayo, con profundas miradas de recelo. No nos hemos querido.

Ya desde niño, con las plumillas, repite y repite, aprieta al bajar, suave al subir, luego con los bolis, más difícil apretar,  siempre a golpe de regla y tediosas horas, encerrado y sin escapatoria. “La letra con sangre entra” era la máxima del colegio. Y al volver a casa deseando disfrutar del refugio familiar, más de lo mismo: no había juegos ni calle si no hacía las tareas que me habían mandado, que no eran pocas, siempre supervisadas por mi ama, a la cual no le pasaba ni una. “El tiempo es oro y el que lo pierde es un bobo” era su lema favorito. Yo, siempre pensando en jugar a la pelota a mano y al futbol, no entendía nada. ¡Me estaban machacando!

Pasaron unos pocos años y después de la ortografía, la gramática, y otros artilugios sintácticos (¡que peñazo!), estaba en disposición de hacer mi primera redacción. Aquella tarde soleada de primavera, El Bolita, a la sazón profe de lengua española e idioma moderno, entiéndase francés, nos dijo: ¡Tienen dos horas para hacer una redacción sobre la muerte! ¡Morboso él! Inflamado de espíritu cervantino, me puse raudo a escribir las dos hojas preceptivas.  ¡Tam, tam, tam! tocan las campanas. ¡El difunto está agonizando! Y luego relataba el velatorio en casa del finado, los rezos,  la noche de café y coñac, los llantos, el  “no somos nada”, el “por lo menos ha descansado” y el “pobrecitos y ahora qué”.

Cementerio Judío, Praga

No se fijó el Bolita, ni en la ortografía, ni en la gramática, ni en nada de nada. Solo se quedó, para desgracia mía, en ¡El difunto está agonizando! Reunida la clase lo leyó en voz alta para mi burla y escarnio, y toda la maldad infantil se desató en carcajadas que todavía resuenan en mis recuerdos. Ni qué decir que fui excluido del concurso nacional de redacción que promovía Coca Cola.  No vales para esto, me dije, y mientras los demás leían El Quijote, un tormento para mi cerebro, lo mío eran las novelas de vaqueros de Marcial Lafuente Estefanía, “tenía tres pies y medio de altura, se inclinaba ligeramente a la derecha, como queriendo acariciar suavemente su revólver”, me abstraía de la clase, hacía lo justo para aprobar y huía hacia lo que realmente me gustaban: las matemáticas.

¡Que feliz era con la aritmética y el álgebra! Ahí no había equívocos, no te engañaban,  sí o no, una sola respuesta, como debe ser, sin sutilezas ni ambigüedades.  Dos y dos son cuatro. Y encima el profe no era el Bolita,  y sus perversos “pelotas”, con el Txus no tenían nada que hacer.

Y llegó la poesía. Eso era otra cosa. Tenía métrica, ritmo, o sea, matemáticas, y además servía para tontear con el sexo opuesto que estaba a años luz y eran entes raros, misteriosos y desconocidos. Las coplas de Jorge Manrique, eso sí que era escribir de difuntos. Espronceda siempre atormentado, el inca Garcilaso y otros cuantos. La cuaderna vía, alejandrinos, sonetos, la lira “si de mi baja lira, tanto pudiera el son, que en un momento, aplacara la ira del animoso viento y la furia del mar en movimiento” siempre contando las sílabas, diéresis por aquí, sinalefas por allí y siempre rimas en consonante. Las asonantes me sonaban a prosa, aunque algunas me gustaban “yo que te miré, tú que me comprendiste”.

Escribí algunas, otras copiaba, pero quedaba bien y daba resultado. Leí algo de las novelas de aventuras de Salgari, pero no pasaba de ahí, y ya no recuerdo bien si era en el sexto bachiller o en el Preu, un profe de literatura cuyo nombre ni recuerdo, se empeñaba en que dedujera, de un texto literario, la personalidad de su autor. ¡Imposible! Para eso había que tener una sensibilidad y entendimiento del que yo carecía.

Luego los estudios profesionales, por supuesto de Ciencias, y a trabajar. Ya era un hombre de provecho, y oposición va y oposición viene, a ganar el sustento para uno y su familia, compra y vende, activos, pasivos, rentabilidad, maximiza el beneficio, y todo informes técnicos, vademécum, cartas, comunicaciones, correos, circulares y estudios, dedicados siempre en la misma dirección. O sea, de literatura como arte, nada de nada.

Calculator

Y así se pasaron muchos años, hasta que ya en la madurez, tuve la suerte de encontrarme con mi amigo Andoni, un lector empedernido, una enciclopedia viviente. Compra  libros, los lee y luego los vende a peso, porque no le entran en casa.  En horas libres, que no son muchas, compartimos muchos temas, algunos actuales, otros históricos, también técnicos y siempre en busca del contraste de opiniones. Admiro su capacidad de análisis y de síntesis, su conocimiento universal, su vocabulario… y su paciencia conmigo, porque, las más de las veces, no le aporto nada, y mis silencios para escucharle son cada vez más evidentes gracias a mi ignorancia. Salgo ganando. Por eso, de vez en cuando, me deja algún libro, como quien no quiere la cosa, sobre todo ensayos,  para así poder tener motivo de conversación.

libros

Carezco de palabras de agradecimiento para mi amigo, porque gracias a sus libros y su compañía, disfruto y he disfrutado de hermosas horas de conversación y distendidas y amenas tertulias. Poco a poco, ha encendido en mí la llama de la curiosidad, y ahora, en que la opinión de los demás sobre uno importa un carajo, y la edad ha desvanecido mi juvenil vanidad, ahora que mi tiempo es mío, es posible se rompan la indiferencia y el desencuentro con las letras y  se tornen del odio, en amor. Nunca es tarde.

13 ene 2012

Curiosa anécdota del Camino de Santiago

Autor: Antxon Vega
1º de Ciencias Humanas

Aprovechando la oportunidad que nuestra dinámica y eficiente maestra nos brinda a través de este foro para compartir trabajos o experiencias, me atrevo a contar a mis queridos/as compañeros/as una pequeña batallita que viví en primera persona, y cuyo protagonista principal fue un personaje de actualidad, por cierto, bastante controvertido.

Corría el año del señor, también llamado Año Santo de 1993 - que, como muy bien sabéis, son todos aquellos en los cuales la festividad del Apóstol Santiago coincide en domingo - cuando un grupo de amigos nos lanzamos a la aventura de recorrer el Camino de la Estrellas.

Camino de Santiago - Aug 30, 09

La marcha, la iniciamos en el mítico Roncesvalles, testigo mudo de la historia, una radiante mañana de un 25 de julio, con la idea de llegar a nuestro destino el día 15 de agosto, como podéis comprobar dos fechas claves en el calendario religioso.

El Camino, por cierto una experiencia a nivel personal que os recomiendo a todos, transcurrió con total normalidad, salpicado de sudores, anécdotas y enriquecedoras vivencias, que contribuyeron a unir si cabe aún más al grupo.

Camino de Santiago - Aug 30, 09

Con el fin de recorrer los algo más de 20 km. que nos separaban de la tumba del Apóstol y llegar a Santiago holgados de tiempo para asistir a la misa del Peregrino, el último día madrugamos algo más de lo normal.

La mañana era radiante, la ciudad se encontraba a rebosar de visitantes, y el impresionante edificio románico de la catedral relucía con todo su esplendor.

Catedral de Santiago

Muy cansados, sudorosos, llenos de polvo y embargados por la emoción del momento accedimos al bello edificio románico, y nos instalamos como mejor pudimos a la espera del inicio de la Santa Misa. Un compañero y yo nos sentamos, por cierto muy discretamente, en un lateral de la escalinata por la que se accede al altar mayor.

Enseguida, apareció como un ángel justiciero, un cura rechoncho  de los de antes del Concilio, que, con cara de pocos amigos, en un tono totalmente desagradable y con muy malos modos, nos expulsó de aquel lugar, "¡Fuera!, ¡Fuera de aquí!" - decía. Intenté vanamente explicarle a aquel buen hombre nuestro cansancio, pero por lo visto no debía de tener el sentido del oído muy desarrollado, porque no nos hacía ni caso.

Cuando resignadamente nos disponíamos a abandonar el lugar, apareció una negra, alta y espigada figura cuya cara se me hacía conocida; sin decir ni una palabra, con una sonrisa a flor de labios y una exquisita amabilidad, nos tomó del brazo a los dos y nos sentó en los sitiales ubicados en el altar mayor, al lado del evangelio y reservados a las grandes personalidades, en los cuales seguimos la misa, el vuelo del botafumeiro y toda la parafernalia de la ceremonia religiosa del día.

¡Bueno! Para qué os voy a contar, el subidón que sintió Antxon en esos momentos era indescriptible, me sentía como un ratón encima de un queso, ¡qué emoción!, ¡qué recuerdo más imborrable para contar a mis nietos y como colofón a una gran experiencia!

Y os preguntaréis, ¿quién era esa persona tan poderosa y tan bondadosa?, pues era ni más ni menos que el por entonces Arzobispo de Santiago, Don Antonio Mª Rouco Varela,  hoy cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal Española, persona que por lo general como bien conocéis, concita muy pocas simpatías, por la imagen de persona dura e inflexible que transmite, pero que como podéis comprobar, a veces las apariencias engañan, y como decía aquel castizo, ¡de muestra basta un botón!

12 ene 2012

Cómo freír un huevo impunemente

Autor:
Un Chef muy inútil
Sorivan Gouroumier
Yo mismo


Primero y principal: cerciórese de que se encuentra en la cocina, ya que en otras piezas de la casa no encontrará ni las instalaciones ni el material preciso.

Una vez ubicado en la misma proceda de la siguiente manera:

1º- Busque en el sitio adecuado una sartén de tamaño medio, entendiéndose por esta un recipiente de poca o mediana profundidad, de forma más o menos redonda y con una protuberancia en el exterior que se denomina mango. Este sirve para asirla sin quemarse y tiene, también, la característica de servir para diestros y zurdos con solo un leve giro de 180 grados que se ha de realizar en frío.

2º- Ponga la sartén en la fuente emisora de calor y añada en ella una cantidad suficiente de aceite limpio. Con medio litro será suficiente, lo que parece, y es, una barbaridad; que para freir un solo huevo haga falta pringar semejante cantidad de condimento es de bárbaros, poco ecológico y no sostenible.

Lleve el dorado líquido hasta una temperatura de entre 170 y 200 grados centígrados, momento en que reconocerá mediante un órgano especial del que disponemos los humanos, en el ojo izquierdo, ya que llegará a la conclusión de haber alcanzado la temperatura solamente mirando. No le recomiendo otras prácticas como la de meter la yema del dedo o escupir para ver si burbujea la saliva: los resultados serán muy dolorosos en el propio dedo o en el rostro por las salpicaduras del aceite.

3º- Ha llegado el momento de coger el huevo. Hágalo con cuidado ya que, de lo contrario, se romperá. Golpéelo por la parte redonda contra una superficie afilada. Sitúe el huevo rajado sobre la sartén e introduzca las uñas de sus dedos pulgares dentro de la rendija. Tire, al unísono, hacia afuera y deje fluir el interior. Este se compone de un líquido casi transparente y de una pelotilla entre amarilla y rojiza que tenderá a rozarse con las uñas o con el canto cortante de una de las mitades de la cáscara, reventándose, con lo que al llegar al aceite caliente se formará un chandrío en lugar de un hermoso huevo frito.

Chandrío es el resultado de cualquier cosa mal hecha. Si esto sucediera, que sucede, coja una espumadera, que es un útil de cocina compuesto por un disco perforado de manera artística y un largo mango para alejar nuestra mano de las salpicaduras de aceite caliente que se producen por la explosión de unas ampollas que salen en la clara al calentarse y, siempre, lo hacen en dirección del operario; saque la cosa que hay ahí, dentro del aceite y reserve,  que se dice en cocina.

4º.- Repita el punto tres tantas veces como sean necesarias hasta obtener un precioso huevo frito, redondo él, con un velo blanquecino cubriendo toda su superficie, bien cuajado, brillante y con sus mayores o menores puntillitas. Coja la espumadera y retírelo. Aquí se produce otro fenómeno físico inexplicable: el huevo y la espumadera forman un todo uno que dificultará enormemente que el huevo se deslice sobre la espumadera; y no lo hará, de normal, hasta que no se reviente la dichosa pelotilla con lo que hará al producto no apto para sus fines. Como en situaciones anteriores, resérvelo.

5º.- Si al final consigue poner un hermoso huevo frito en un plato preparado al efecto, vaya, lo más rápido que pueda, a por su cámara digital. Haga la o las correspondientes fotos y, desde su ordenador envíelas a la Academie Française des Arts et des Métièrs adjuntando una foto de carné suya quien, con celeridad, le reenviará a la Academie Culinaire et de la Gastronomie quien, a su vez y a vuelta de correo postal, le enviará la Gran Croix Aux Mérites Gastronomiques, en oro sobre campo de gules laureados y con  banda púrpura,  que le elevará al Olympo de los Grandes Chefs de la cocina mundial.

Esto No Es Un Huevo (cuajada de oveja con crema de mango)
Creación de Fernando Canales - Restaurante Etxanobe

Lo que sucede entonces es que, a la vuelta de tan cibernética misión, el huevo se habrá enfriado pasando de ser una delicia gastronómica a ser una infecta bola blancuzca, mate, arrugada y con los borde levantados. No lo ingiera en estas condiciones pues se le formará un bolo alimenticio en el estómago de difícil digestión aún ayudándose de la ingesta masiva de vino tinto, lo que hará que, además de tener una pesadísima digestión, agarre un pedal del nº 3 que no es otra cosa que una intoxicación etílica entre grave y muy grave con efectos secundarios a corto plazo como la pérdida de  memoria, cefaleas y vómitos, entre otros.

¡Ah! Se me olvidaba. Con los chandríos de huevo frito que ha ido reservando durante el proceso, actúe de la siguiente manera:

Agarre con mucho cuidado el recipiente donde los ha ido poniendo y échelos a la basura. A la de órganica, por supuesto, y prepárese un buen bocadillo de mortadela napolitana. Saldrá ganando. Estará buenísimo desde el primero, no se quemará ni las manos ni la cara y, además, no generará basuras y no contaminará. (Que falta hace).


Donostia San Sebastian. Octubre 2011

Un Chef muy inútil
Sorivan Gouroumier
Yo mismo

9 ene 2012

Dos cuentos breves

Autora: Ana Mª López
1º de Ciencias Humanas


EL ASCENSOR

Nada más entrar en el ascensor, se percató de que no llevaba encima su amuleto contra la claustrofobia, pero ya era tarde, aquella jaula había empezado a moverse y ella estaba allí dentro sola y aterrorizada. Primero se sentó agachó la cabeza y la puso entre sus manos, pero se ahogaba, se puso de pie y empezó a gritar y entonces... Ocurrió.

Se vio reflejada en el espejo y comprobó que no era ella sino su peor enemigo. Sus carcajadas eran realmente pavorosas.

Arranque Imagen de Flickr CC - by Santiago Rodríguez
Imagen de Flickr - CC - by Santiago Rodríguez


UN TREN

Los trenes eran su pasión desde pequeño, pero aquel en especial le había cautivado de tal manera, que no podía pasar por la estación sin entrar para contemplarlo pasar a la hora habitual. Aquello se convirtió en una obsesión .


Al final, un día decidió que iría en aquel tren sin importarle el destino, y de esa manera se convirtió en el mendigo fijo de aquel "su tren" y fue inmensamente feliz por el resto de sus dias, que, todo hay que decirlo, fueron pocos.

Ankara'nın tren yolu...
Imagen de Flickr - CC - by Ismail

Carta de amor a la Hacienda Foral

Autora: Begoña Urkizu
1º de Ciencias Humanas



Amor mío:

¿Cómo expresarte con palabras el dolor que me produce tu ausencia? Mas yo sé que, aunque mis ojos no te vean y mis labios no puedan besarte, es tu invisible presencia la que me hace soportable la vida.

Para demostrarte con hechos lo que no puedo de ninguna otra manera, pongo a tu disposición todos mis escasos bienes que, en ningún caso, sobrepasarán los 10.000 millones. No trato de comprar tu amor, pues soy de las convencidas de que el amor no tiene precio.

En la seguridad de que solo la muerte romperá nuestros lazos amorosos, se despide tu enamorada princesa.

7 ene 2012

La escritura y... Jesús Sesma

Autor: Jesús Sesma
1º de Ciencias Humanas

MI BIOGRAFÍA COMO “ESCRITOR DE BROCHA GORDA”

Mi arranque como escritor fue lamentable, por decirlo cariñosamente. Comenzó con una redacción que me inundó de emoción (¡qué capacidad para las letras!)... hasta que el profesor la calificó.

Al día siguiente, mis pronósticos se estaban cumpliendo. El profesor comenzó a leer mi trabajo, aunque estuvo a punto de no terminarlo porque el paciente señor la leyó perfectamente, de un tirón, y se quedó prácticamente sin respiración, porque yo no había puesto ni un solo signo de puntuación, ni una coma.

Ahí terminó mi carrera de escritor. Solo tomaba apuntes y contestaba a los exámenes, pero nada más, ya que lo mejor que tenía era la letra. Ah, claro, y la ortografía.

Con el paso del tiempo no mejoré demasiado escribiendo aburridas notas repletas de números, pero he llegado a este curso de la experiencia (?) y la profesora, que parece un entrenador de fútbol juvenil que quiere ascender al equipo, nos está azuzando y aquí estoy, intentando despegar.

Roeber and Crane Bros. Vaudeville Athletic Co.: Ernst Roeber, champion of the world, wrestling poster, ca. 1898

Quizás debiera asumir la idea que Oscar Wilde pone en boca de uno de sus personajes: “me gusta demasiado leerlos (los libros) para molestarme en escribirlos”, pero sigo escuchando la voz de la entrenadora hablándonos de neuronas que se libran, cables que se desenmarañan, ...

Infinitos horizontes se abren ante nuestros ojos, en nuestras mentes, impregnándolas de ilusión, optimismo y ganas de caminar.    

Cuando La Lengua destruyó al amor

Autor:Jose María Atorrasagasti
1º de Ciencias Humanas

Era a mediados de los sesenta cuando yo era estudiante, regular por cierto, de 4º curso de Bachillerato y a con 13 años encontré mi primer amor; allí estaba, en el suelo, dibujada en un papel de la mitad de un folio. Era muy guapa, de edad y talla indefinida, pero válida para mí.

Inmediatamente guardé el retrato en el libro de Lengua, aunque era consciente de que, con aquella acción, estaba probablemente robando el amor de un compañero.

leo
Retrato en Flickr - CC - by Ringoblu

Lo usaba básicamente como recordatorio de páginas, y así tenía, continuamente, la imagen de mi bello amor. Tanta manipulación y movimiento llevó consigo un deterioro progresivo del papel, malo de calidad, soporte del retrato. Decidí que tenía que conservar a mi amor y lo calqué, sobre un cristal y una lámpara encendida, en otro papel de mejor calidad. El resultado fue regular, ya que no era tan perfecta, pero consideré que como el papel era mejor, este perduraría.

No fue así, por tanta manipulación entre páginas del libro, y tuve que repetir varias veces la operación; el resultado fue nefasto pero yo seguía enamorado, pero un poco menos.

Un día en la hora de estudio, el Padre Jaúregui, profesor de Lengua, al pasar junto a mi pupitre, vio el retrato, ya muy distinto del original, y lo cogió. Me dijo: "¡Te mereces algo mejor!" Y lo hizo pedazos.


¡Destruyó mi amor!