12 jul 2015

... que me gusta Javier Krahe...

Aunque he sentido al verte
un cataclismo,
ya no puedo quererte,
nada es lo mismo.
Desde que te casaste
me pongo ungüento,
bueno para el desgaste
de mi tormento.
Los dos sabemos bien,
muy bien los dos,
que ya no viene a cuen-
to, así que adiós.

Dices que malcasada,
que malherida,
eso no cambia nada,
fruta prohibida,
y no sigas charlando
que igual me enredas,
no digo yo que cuando quieras
no puedas.
Aún tienes gran poder
a día de hoy,
pero no puede ser
y ya me voy.

Que igual vas y sonríes
y tengo prisa,
puede que me líes
con tu sonrisa,
igual vas y me tocas
a tu manera,
sabiendo que provocas
en mí flojera.
Flojera y un temblor
bajo la piel,
se buena mi ex amor,
no seas cruel.

Que igual vas y me besas
como tú sabes,
con lengua y con promesas
la mar de graves,
o igual vas y me abrazas
con tanto brío
que no te desenlazas
cariño mío,
y ya no pienso más
\emph{ergo non sum},
y al suelo vamos, zas,
y catapún.

Aquí sobre la acera
rindo homenaje
al sol por Antequera
y en plan salvaje.
Igual vas y me follas
como prefiero
y me sacas ampollas
y algún ``te quiero''.
Y sale uno del bar
con su elixir,
que tiene que soltar
para aplaudir.

Y le siguen los pasos
los de otros bares.
Se rompen muchos vasos,
cientos, millares.
Se llena de cristales
todas las calle,
se cortan los chavales,
se inunda el valle,
se inunda la nación,
el porvenir,
la civilización,
el buen vivir.

Y los americanos
mandan aviones,
contra los mejicanos,
tiene cojones,
porque creen que España
está ahí abajo.
Y luego les extraña
su mal trabajo.
Sería el caos y la
guerra mundial
y a mí eso no me va,
o me va mal.

Deja esa mano quiera,
chica sonriente,
¡no ves que está el planeta
de ti pendiente?
No me acerques la boca,
no te me abraces,
quita, insensata, loca,
¿qué es lo que haces?
el fin del mundo ya,
ya está al caer
y lo mismo nos da
y es un placer.

Se llena de cristales
toda las calle,
se cortan los chavales,
se inunda el valle,
se inunda la nación,
el porvenir,
la civilización,
el buen vivir,
y los americanos
mandan aviones,
contra los andorranos,
con dos cojones.

Y lo mismo nos da,
y es un placer.
El fin del mundo ya,
el fin del mundo ya,
el fin del mundo ya,
y lo mismo nos da,
¡caray, mujer!
   
Fuente: musica.com
Letra añadida por Ignaciki
   

Javier Krahe...



11 jul 2015

Si los tiburones fueran hombres... Bertolt Brecht

–¿Si los tiburones fueran hombres –preguntó al señor K. la hija pequeña de su patrona–, se portarían mejor con los pececitos?

–Claro que si –respondió el señor K.–. Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, tanto plantas como materias animales. Se preocuparían de que las cajas tuvieran siempre agua fresca y adoptarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se lastimase una aleta, en seguida se la vendarían de modo que el pececito no se les muriera prematuramente a los tiburones.

Para que los pececitos no se pusieran tristes habría, de cuando en cuando, grandes fiestas acuáticas, pues los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes. También habría escuelas en el interior de las cajas. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones. Estos necesitarían tener nociones de geografía para localizar mejor a los grandes tiburones, que andan por ahí holgazaneando. Lo principal seria, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerles cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba solo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececillos deberían guardarse bien de las bajas pasiones, así como de cualquier inclinación materialista, egoísta o marxista. Si algún pececillo mostrase semejantes tendencias, sus compañeros deberían comunicarlo inmediatamente a los tiburones.

Si los tiburones fueran hombres, se harían naturalmente la guerra entre si para conquistar cajas y pececillos ajenos. Además, cada tiburón obligaría a sus propios pececillos a combatir en esas guerras. Cada tiburón enseñaría a sus pececillos que entre ellos y los pececillos de otros tiburones existe una enorme diferencia. Si bien todos los pececillos son mudos, proclamarían, lo cierto es que callan en idiomas muy distintos y por eso jamás logran entenderse. A cada pececillo que matase en una guerra a un par de pececillos enemigos, de esos que callan en otro idioma, se les concedería una medalla al coraje y se le otorgaría además el título de héroe.

Si los tiburones fueran hombres, tendrían también su arte. Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar. Los teatros del fondo del mar mostrarían a heroicos pececillos entrando entusiasmados en las fauces de los tiburones, y la música sería tan bella que, a sus sones, arrullados por los pensamientos más deliciosos, como en un ensueño, los pececillos se precipitarían en tropel, precedidos por la banda, dentro de esas fauces.

Habría asimismo una religión, si los tiburones fueran hombres. Esa religión enseñaría que la verdadera vida comienza para los pececillos en el estómago de los tiburones. Además, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora. Algunos ocuparían ciertos cargos, lo que los colocaría por encima de los demás. A aquellos pececillos que fueran un poco más grandes se les permitiría incluso tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esta práctica con agrado, pues les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden entre los demás pececillos, y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas, etc. En una palabra: habría por fin en el mar una cultura si los tiburones fueran hombres.

Bertolt Brecht (1898-1956), Historias de almanaque, Berlín 1949.
Descargar libro en pdf


Disidentes, Antología de poetas críticos españoles (1990-2014)

DISIDENTES

ANTOLOGÍA DE POETAS CRÍTICOS ESPAÑOLES

(1990-2014)

Selección y edición de Alberto Gª Teresa
Edita La Oveja Roja

"Esta antología reúne al conjunto de poetas del Estado español y en castellano que han empleado el poema como espacio de confrontación, denuncia o indagación impugnadora de la construcción de realidad que el capitalismo nos presenta. Nuestra pretensión ha sido componer un panorama exhaustivo de todas aquellas voces que han hecho del verso una expresión de disidencia y antagonismo de una forma constante o en amplios tramos de su trayectoria."
Fuente: La Oveja Roja

Alberto García-Teresa. Fotografía de Julio Camarillo (zasmadrid.com)
(...) la poesía, por sí misma, no tiene por qué constituir un estímulo de pensamiento crítico, ni siquiera un estímulo imaginativo. La poesía, como herramienta de lenguaje, como hemos comprobado a lo largo de la Historia, y este momento tampoco es diferente al respecto, puede ser empleada como un mero juego de entretenimiento o como un útil del Poder para consolidar su hegemonía. Depende de cómo se utilice y con qué objetivo y con qué finalidad se escriba y se lea.

¿Se puede transformar con la poesía?

Desde luego. Lo que sí resulta necesario a ese respecto es ser conscientes de las limitaciones de ese planteamiento: la poesía por sí sola no puede cambiar el mundo, pero sí a las personas que son quienes tienen la capacidad y la potencia para ello. Exige, en cualquier caso, ser humildes en esa perspectiva y en manejar esas posibilidades. Concluiríamos, entonces, que realiza un ejercicio de acompañamiento en ese proceso. (...)

Entrevista a Alberto García-Teresa, poeta y antólogo del libro. Para leer más: http://zasmadrid.com/?p=4250

LABOR

Yo traje a este sitio mi cuerpo
y aquí lo desgasto en jornadas,
aquí me esfuerzo de luna a luna
hasta que la palabra descanso
florece hermosísima en la boca.
El techo bajo el que nos guarecemos
es provisional e inestable; en ocasiones
confundimos todo esto con un hogar.
Conformamos una familia extraña:
hermanos bajo las luces permanentemente encendidas
de la videovigilancia, sacándole punta al tiempo
en una labor enhebrada por obediencias
y desobediencias, sutiles percepciones,
soledades y compañías, diálogos callados.
Vistos desde lejos parecemos granos de arena
arrastrados por un viento inútil. “¿Y qué importa?”,
nos decimos los unos a los otros.
Pero en los sueños murmuran sombras
que nos interrogan y nos turban, que musitan:
“¿Cómo se puede ser arena
sin ser desierto, sin sufrir la sed?”

El jornal no paga la sangre de mis horas, su alto sacrificio.

En el trabajo está prohibido hablar.
Pero yo hablo. Todos hablan.

Poema de DAVID ELOY RODRÍGUEZ, en Para nombrar una ciudad; 2010, recogido en la Antología DISIDENTES.
Fuente: Blog Voces del extremo de la poesía


 ... injusticias...


10 jul 2015

Nicolás Guillén (1902-1989)

Nicolás Guillén
Quisiera
hacer un verso que tuviera
ritmo de Primavera;
que fuera
como una fina mariposa rara,
como una mariposa que volara
sobre tu vida, y cándida y ligera
revolara
sobre tu cuerpo cálido de cálida de palmera
y al fin su vuelo absudo reposara
—tal como en una rosa azul de la pradera—
sobre la linda rosa de tu cara...

Quisiera
ser un verso que tuviera
toda la fragancia de la Primavera
y que cual una mariposa rara
revolara
sobre tu vida, sobre tu cuerpo, sobre tu cara



Considerado el principal representante de la poesía negra, afrocubana o -como él prefería- «mulata», Nicolás Guillén es también ejemplo paradigmático del viraje hacia la rehumanización y el compromiso que caracteriza el proceso poético del periodo postvanguardista. Poeta Nacional de Cuba, agudo periodista y destacado activista político, su figura y su obra, marcadas siempre por la implicación en el contexto social y político de su país, transcienden no obstante esa circunstancia para convertirse en referencias imprescindibles de la poesía latinoamericana contemporánea.



BURGUESES

No me dan pena los burgueses vencidos.
Y cuando pienso que van a darme pena,
aprieto bien los dientes, y cierro bien los ojos.

Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas,
pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes,
pienso en mis largos días sin camisa ni sueños,
pienso en mis largos días con mi piel prohibida,
pienso en mis largos días Y

No pase, por favor, esto es un club.
La nómina está llena.
No hay pieza en el hotel.
El señor ha salido.

Se busca una muchacha.
Fraude en las elecciones.
Gran baile para ciegos.

Cayó el premio mayor en Santa Clara.
Tómbola para huérfanos.
El caballero está en París.
La señora marquesa no recibe.
En fin Y

Que todo lo recuerdo y como todo lo recuerdo,
¿qué carajo me pide usted que haga?
Además, pregúnteles,
estoy seguro de que también
recuerdan ellos.

Nicolás Guillén
Fuente: Segunda Cita


Poemas de Nicolás Guillén, El son entero (disco completo), editado en Uruguay. Antar PLP 5038. 1963:


7 jul 2015

Lo que sea... pero contigo



YO SERÉ TU COMPAÑERO

Yo seré tu compañero par la farra y el vino,
la guitarra, los caminos, los amores lisonjeros,
impuros y libertinos.
Pero si se acaba el vino, si te sientes prisionero,
si amores verdaderos y no encuentras tu destino
entre todos los senderos, yo seré tu compañero.
Yo seré tu compañero para el abrazo y la gloria,
para perder la memoria con el tiempo y el dinero
y palmadas laudatorias.
Mas, recuerda si el fracaso, te muestra su rostro fiero,
los vencidos siempre fueron despreciados en su ocaso,
por los que ayer los quisieron. Yo seré tu compañero.
Yo seré tu compañero para el sueño y la poesía,
lo que llaman utopía, los que nunca la entendieron
por torpeza o cobardía.
Y en la realidad mas dura y en el llanto mas sincero,
el rebelde desafuero, con toda mi encarnadura,
para andar juntos, me quedo. Yo seré tu compañero.
Yo seré tu compañero, en razón, paz y verdad,
en justicia y libertad, que es todo lo que más quiero
aunque traigan soledad.
Para el odio y la traición o la envidia del artero
o soplón del carcelero, yo no presto el corazón
y aunque me duela no quiero, que me llames, Compañero.

RAFAEL AMOR®