17 nov 2011

La escritura y... Angel Abalde

Autor: Angel Abalde Calparsoro
1º curso de Ciencias Humanas

¿ESCRITOR O JUNTALETRAS?

Suele afirmarse, con dudosa razón, que una biografía es una especie de striptis personal a través del cual el autor va descubriendo sus secretos íntimos, mientras las lectoras o lectores de la misma disfrutan de lo contemplado, siempre que ello merezca la pena.

Esta reseña o biografía no puede llegar a ser un espectáculo de semejante altura. Todo lo más se parecerá a la metáfora de la cebolla,  puesto que a modo de capas superpuestas que iré desgajando se descubrirán las peculiaridades de mi trayectoria como escritor o, insisto, como juntaletras. Epíteto que empleo porque se ajusta más a la calidad que atesoro en este menester, y porque probablemente esa metafórica cebolla conduzca a llorar a quien lea esto. En algunas ocasiones, las más, de pena. Y en otras ocasiones, las menos, de risa.

Onion Macro

De ninguna forma debe entenderse que sea corta mi producción como juntaletras. Más bien al contrario, los folios usados para oficio del que hablo han sido, seguramente, varios miles. Y pocos de ellos han sido usados a la manera que refleja la manida imagen del escritor que, repetida y constantemente, va haciendo pelotas con el folio en el que no consigue plasmar ideas coherentes, y que, por ende, en pocas ocasiones consigue depositar en la papelera al uso.

Esta es la primera capa. La que determina el género o los géneros a los que he dedicado tamaña producción de papel: panfletos propagandísticos o de agitación, valoraciones de huelgas, manifestaciones y actos de índole político; ponencias de congresos sindicales; propuestas reivindicativas o tesis sobre elementos sociales, sindicales y políticos; boletines de formación sindical u organizativa. Incluso he sido coautor de un libro, y he colaborado en varias revistas de cierta entidad, tales como HIKA, VIENTO SUR, PÁGINA ABIERTA…., amén de publicar diversos artículos en periódicos locales.

Como se ve, producción ideológica hasta las “cartolas”. O lo que es lo mismo, literatura poco presta para la imaginación, el humor o la ironía.

La segunda capa tiene que ver con ese papel extraño que en los círculos literarios se denomina como “negro”. Que designa a quienes realizan una determinada obra pero es firmada y presentada como elaborada por otra persona bien distinta. Eludiré dar nombres para evitar polémicas estériles o querellas desagradables.

Y, en este terreno, lo confieso, he estado en ambos lados de la moneda. En ocasiones he facilitado esquemas, incluso textos acabados, para que fueran utilizados por otras personas. Pero en otras muchas me he servido, asimismo, de esquemas o textos que han sido escritos para que yo figurara como autor. Evidentemente estaba de acuerdo con lo que me facilitaban, pues la dignidad es una cosa seria.

Pero desgajemos otra capa de la cebolla.

Las nuevas tecnologías no casan bien con mi forma de escribir. Y al mencionar nuevas tecnologías me remonto incluso a los momentos de esplendor de las viejas máquinas de escribir, tipo LEXICOM 80, que tantas veces he aporreado.

Lexicom 80 de D. José Luis Cuerda

Jamás he sido capaz de escribir una línea seguida de forma directa en una máquina de escribir o en un ordenador. Indefectiblemente, y por muchas hojas que ocupe el escrito, primero lo tengo que hacer usando lo que considero uno de los inventos de mayor impacto: el bolígrafo.

En fin, una peculiar faceta y un doble trabajo. Escribir a mano y transcribir a máquina u ordenador. Pero, eso sí, con una ventaja: que según transcribo, corrijo errores, mejoro las frases, e incluso modifico alguna idea que salta a la vista como poco convincente o confusa. También erróneas, todo hay que decirlo.

No por casualidad, este texto ha seguido el mismo procedimiento.

Otra capa de cebolla, quizás la definitiva, tiene relación con mi formación académica. Más estrictamente con mis conocimientos gramaticales.

Estos conocimientos, francamente escasos, los recibí en Los Angeles, colegio ubicado en la Parte Vieja donostiarra, en el que el rasgo peculiar que lo definía, y del que estaban muy satisfechos, era que te preparaban primorosamente para empezar la vida laboral como “botones” de un Banco o una Caja de Ahorros.

Agradecido como soy, cumplí con el estereotipo y allá por el 61, con 15 años, inicié mi poco estimulante carrera como bancario.

Como bien nos ha enseñado nuestra profesora actual, a esa edad no resulta fácil que las reglas gramaticales se fijen adecuadamente en el cerebro (¿o es al contrario?). Y no soy una excepción. Por tanto, si he llegado hasta aquí, solo puede achacarse a que me he tragado otros tantos miles, y más, de folios escritos por quienes saben usar la cabeza, las normas gramaticales y ortográficas, así como las nuevas tecnologías.

Qué buena es la literatura. Cuánto enseña a mucha gente. A mí me ha enseñado a juntar letras y darles un cierto sentido. Y lo agradezco. Lo agradezco tanto que, falto de actitud modesta, virtud que sirve poco a los que son modestos en aptitudes, me siento satisfecho con lo escrito hasta ahora y me atrevo. Generalmente, a ponerme puntilloso con lo que escriben los demás.

En fin, escribidme lo que queráis. Seguiré aprendiendo hasta convertirme en escritor.

2 comentarios:

  1. Creemos que Angel es un competidor, personas así necesitamos en clase.
    ¡¡¡Aupa Angel!!!
    Las dos Charos de clase

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  2. Eres un fiera. De mayor quiero ser como tu.

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