Canción de la Muerte
José de Espronceda (1802-1842).
Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.
Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.
Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.
Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.
En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.
Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.
Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.
Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.
A Pello Ellakuria, que ha alumbrado el camino de la vida con una sonrisa
Quiero sumarme al recuerdo de Pello Ellakuria, que nos animo a releer las viejas novelas de Baroja, ordenadas y olvidadas en los estantes de la libreria de casa.
ResponderEliminarOracion
Tenme, Señor, sobre la tierra dura
ardiente y vertical como una llama,
sea un arbol de luz que se derrama
en una inmensa voluntad de altura.
Que esta mi corporal arquitectura
arda y crepite como seca rama
muriendo del ardor con que se inflama,
viniendo de la luz con que fulgura.
Formen mi alma y la tierra angulo recto
vertical viva, horizontal inerte
cruce de lo perfecto y lo imperfecto.
Hallenme la pasion y el vicio fuerte
y sea yo de Ti, Señor, electo
ahora y en la hora de la muerte.
Guillermo Diaz-Plaja
1941-1966
Pello nos há deleitado con su literatura de una forma maravillosa,hán sido unos encuentros llenos de enseñanza,quisiera decir que era ante todo una buena persona que en cualquier ambiente se portaba como tál.
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